Del oligopolio empresarial a la política
“Jo que he vist caure l’home i fer-se trossos…
A colps dolents de tralla ennuvolar-se,
a colps de vent alçar-se i perllongar-se,
he de creure el que veig:
On hagué ensenyament de greu ferida
ha brostat un impuls irrevocable“.
Matilde Lloria, Almansa- València ‘Altíssim regne’, 1960
Soplan vientos totalitarios. Las espadas están en alto. En los comportamientos de políticos y empresarios se detectan prácticas gansteriles y mafiosas. Muy reciente tenemos la burla de un empresario irlandés implantado en España, MIchael O’Leary, contra un ministro, el de Consumo, Pablo Bustinduy. El amo de Ryanair se ha mofado del ministro español – entre risitas de nuestros representantes empresariales que guardan silencio- se confiesa en cruzada del “low cost” contra los políticos. Tomen nota los de la oposición –PP y Vox– porque después les llegará a ellos. Todo viene por una sanción económica contra la compañía aérea dominante por incumplir las normas españolas.
Un poco antes hemos visto que las grandes empresas energéticas han conseguido anular el impuesto especial sobre beneficios, tras poner en jaque al gobierno de Pedro Sánchez, esgrimiendo advertencias, amenazas y chantajes, para que reculara el gobierno legítimo de España. Los grandes bancos van a la zaga y reclaman, con todas sus fuerzas que son muchas, en base al agravio comparativo. Si el ejecutivo ha cedido ante las presiones de las compañías eléctricas, gasistas y refinerías, también lo podría hacer para salvaguardar los mayores beneficios de la historia de quienes hacen negocio con el dinero de los demás. Cuidado.
No dejen huecos
En el País Valenciano hemos visto que cuando no llega la acción de la política o acusa lentitud y desvarío, se adelanta la iniciativa privada y asume la tarea de alternativa ágil de lo empresarial que suplanta a lo político. Entre lo que más suena está el Corredor Mediterráneo para dignificar las comunicaciones por ferrocarril del Cenia al Segura. Esa lucha se inició en 1989 desde la Cámara Oficial de Comercio de València, cuando servía para algo. En el mapa actual de los recorridos decentes de tren en la península Ibérica, todos parten de Madrid hacia la periferia, pero falta el más rentable y el primero que, según todos los informes, se debió hacer: el que recorrería el País Valenciano de sur a norte siguiendo el litoral mediterráneo. La asociación que se ha reunido de nuevo en La Encina, con el voluntarioso ánimo de seguir insistiendo, es un colectivo –pro AVE– que impulsa la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE). La misma que patrocina y mueve los Premis Jaume I (Fundación Valenciana de Estudios Avanzados) en copatrocinio con la Generalitat Valenciana, presididos por Vicente Boluda Fos, el mismo que preside AVE.
Vacío político
En mi infancia, por proximidad domiciliaria, visitaba la Iglesia de los Santos Juanes –Monumento Artístico Nacional desde 1947–. Edificio sobrevolado por el mítico ‘Pardalot’ y la monumental ‘O’ de Sant Joan’ a modo de contrapunto con la alegótica Cotorra del Mercat Central, que se debe a dos arquitectos catalanes – Alexandre Soler i Guardia y Francesc Guardia i Vial– ambos pertenecientes a la escuela de Lluís Domènech i Montaner. El mercado modernista lucía impecable y limpio mientras el templo, que había sido devastado y socarrado en la guerra civil, permaneció ennegrecido durante muchass décadas. Ni las autoridades eclesiásticas ni los políticos fueron capaces de adecentar una de las más brillantes muestras de la arquitectura religiosa doméstica que traza un triángulo urbano de excepción con la Llotja dels Mercaders– edificio singular del gótico civil concebido por el arquitecto de Gerona, Pere Compte– y la simbología del mercado principal de avituallamiento que se dignificó a principios del siglo XX . Exponente de la pujanza mercantil y tecnológica de la ciudad comercial que se vanagloria de la interconexión rural y de la potencia de su huerta. Ni Ayuntamiento ni Estado ni Diócesis arzobispal han recuperado el templo de los Santos Juanes, sino un empresario que limpió y recompuso su fachada, para culminar en su interior la reposición de los frescos de Palomino,-- los profetas que la custodian– y la ornamentación que completan una pieza clave de la monumentalidad a las puertas del Centro Histórico, que alguien tendrá que acotar y poner en orden. Al mismo empresario que debe su salvación el edificio –en estado calamitoso– del gremio del Arte Mayor de la Seda en la calle del Hospital. Se sabe que la restauración de ambos edificios se debe a Juan Roig Alfonso, dueño de la empresa Mercadona. De la misma manera que lo hizo en la Iglesia de San Nicolás y en el Palacio- museo de los Valeriola en la calle del Mar y está culminando la construcción de un gran foro para eventos, como tienen las ciudades relevantes, que se llama : Roig Arena. Sin cortarse un pelo. También es conocido que ante el desastre ocasionado por las riadas del 29 de octubre de 2024 en l’Horta Sud las aportaciones y ayudas que han llegado con mayor celeridad a los damnificados son las aportadas, según sus criterios, por Juan Roig. Poniendo en entredicho la actuación de las administraciones públicas que no fueron capaces de ir más allá de evidenciar sus rencillas y nombrar a un general, Francisco J. Gan Pàmpols, con cargo político al frente de la recuperación.
Señores del dinero
Esta situación de hecho es grave para las personas y en el subconsciente ciudadano. Angel Ganivet decía que las ciudades tienen alma. No le faltaba razón. El alma de València, Cap i Casal del País Velencià, ha estado permanentemente traicionada. Los valencianos no pueden permitir que el poder del dinero, que existe pero nadie vota , se superponga y anule al poder político que ellos eligieron. Escribió Hanna Arendt en ‘Los Orígenes del Totalitarismo’: “Los empresarios se convirtieron en políticos y fueron aclamados como estadistas, mientras que a los estadistas sólo se les tomaba en serio si hablaban el lenguaje de los empresarios de éxito”. Al repasar la actualidad del panorama empresarial valenciano. destaca un hecho reciente: el presidente de la Cámara Oficial de Comercio de Alicante, Carlos Baño, alineado con el presidente de la Generalitat Carlos Mazón– da de baja a su empresa, Tescoma, en la Confederación Empresarial Valenciana, de alcance autonómico, y abandona su Junta directiva. El hecho es relevante porque marca un nuevo hito en las desavenencias entre Cámara de Alicante, la Unión Empresarial de la Provincia de Alicante (Uepal) –que preside César Quintanilla con el lamento secesionista de que ni la provincia ni la autonomía están vertebradas – con CEV-Alicante y con las otras cuatro Cámaras de Comercio, la que, quiera o no, que pertenecen al Consejo Autonómico de Cámaras de Comercio( Alcoi, Castelló, Orihuela y València). El ruido en el marco empresarial alicantino se retroalimenta por el desbarajuste reciente en CEV-Castelló tras la dimisión de Luís Martí Bordera. Síntoma de un error de origen y del malestar empresarial que se constata de norte y a sur en el País Valenciano─ acompañado de la precariedad de recursos económicos en la autonómica CEV, que preside Salvador Navarro, con dificultades para cuadrar las cuentas que se derivan de unos ingresos exiguos de tres millones de euros, de los cuales al menos millón y medio provienen de subvenciones públicas..La solidez a la Confederación Empresarial Valenciana, de ámbito autonómico, se la proporciona, por el momento, el respaldo que le otorga la Asociación Valenciana de Empresarios. Un lobby que reúne a 189 empresarios (no empresas) cuyas decisiones y movimientos tratan de que se consideren representativos del resto de empresas , grandes y pequeñas, unas 400.000 en el País Valenciano. Los intereses de la pequeñas y medianas empresas son distintos y en ocasiones contrapuestos, tal como se constata en las tensiones que ahora mismo se perciben a nivel estatal en CEOE –estatal- con respecto a la presidencia de su filial CEPYME.
Entre dos fuegos
En este campo de batalla, en el que las pymes se encuentran entre dos fuegos, se distinguen dos realidades: las de Euskadi, con su peculiaridad identitaria y la de Catalunya. Entre las unidades de negocio catalanas se ha sellado el pacto empresarial que ha deriva en el diálogo y el entendimiento. Dos patronales se reparten a partes iguales la representatividad empresarial: Foment del Treball Nacional, que actúa en nombre de las grandes compañías y PIMEC, que tiene en su seno 164.000 pequeñas y medianas empresas radicadas en Catalunya y capaces de plantar cara a los intrusos. Después de años de intensa labor del anterior presidente, Josep González, los diversos intereses empresariales tienen una representación plural, alcanzada por su actual presidente Antoni Cañete que opta en solitario a la reelección. Se ha conseguido el acceso de las pymes al Comité Económico y Social. Pimec cerró el ejercicio de 2024 con 24 millones de superávit y la implantación de una delegación en Madrid. Para 2025 el presupuesto es de 24’5 millones de euros y se plantea la reforma completa de su sede en la calle Viladomat de Barcelona. En la Confederación Empresarial Valenciana no existe, ni formalmente, la existencia de una asociación pantalla de la pequeña y mediana empresa, CEPYMEV, que en su día fue suprimida por su anterior presidente, José Vicente González, por inoperante.
Empresas emparedadas
Las empresas de reducida dimensión en el País Valenciano –cerca de 400.000– están asediadas y utilizadas por dos grandes estructuras de poder: la política–fundamentalmente PP y PSOE– y las grandes compañías, asimiladas o alineadas con las empresas del Ibex 35, cuya representación autonómica la ostenta AVE, con sus 189 empresas integrantes. La Asociación Valenciana de Empresarios controla a su vez la única escuela de negocios para directivos en el territorio (EDEM), la asociación para la Empresa Familiar, la Cátedra de Cultura Empresarial con el beneplácito de la Universitat de València, el Patronato Social de la Universidad y la Fundación Universidad-Empresa (Adeit), la oficina empresarial Conexus en Madrid, auspiciada por la Generalitat de Ximo Puig y la actual, más próxima, de Carlos Mazón. A su vez controlan la Confederación Empresarial Valenciana (CEV) por múltiples conductos y las cinco Cámaras Oficiales de Comercio de la autonomía –competencia absoluta de la Generalitat– a través de la CEV y de la Cámara de Comercio de València, todas ellas carentes de recursos para desarrollar sus plenas funciones y reducidas a una cáscara hueca de contenido. Solo se dedican a funciones de representación en la figura de sus presidentes y a dar recomendaciones y alertas en materia económica, de acuerdo con las instancias políticas afines. Sin capacidad para tomar iniciativas propìas ni para aportar informes o estudios originales que contribuyan al interés general de la economía. Unas Cámaras y unas patronales que carecen de servicios de estudios competentes son como un huevo sin sal. Las empresas y los empresarios mayoritarios se juegan el reconocimiento como entidades intermedias de la sociedad que han alcanzado su mayoría de edad para no estar al servicio ni de los políticos ni de entes oligárquicos. Los que hasta ahora no han hecho más que aprovecharse de su credibilidad e imagen. El poder de unos pocos no tiene nada de liberal. Es la antesala del totalitarismo.
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