Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en el mundo. En 2008, nada menos que 17 millones de personas fallecieron debido a un problema de coraz�n y las previsiones para el futuro no son demasiado esperanzadoras. Con este panorama, todos los expertos insisten en recordar la importancia de la prevenci�n. Para localizar y tratar de forma temprana a los pacientes de alto riesgo, los especialistas se valen de la ayuda de las diferentes gu�as de evaluaci�n del riesgo cardiovascular que existen. Sin embargo, seg�n ha se�alado una investigaci�n reciente, no todos estos textos son igual de v�lidos.
Este trabajo, que aparece en las p�ginas del �ltimo n�mero de la revista 'Archives of Internal Medicine', se�ala que algunas publicaciones no son todo lo rigurosas que debieran y denuncia que muchas no aclaran de forma detallada sus posibles conflictos de inter�s, como, por ejemplo, si la edici�n del texto ha sido patrocinada por una multinacional farmac�utica.
La investigaci�n, dirigida por Bart S. Ferket, del Departamento de Epidemiolog�a del Centro M�dico Universitario Erasmus (Rotterdam, Holanda), identific� un total de 27 gu�as para evaluar el riesgo cardiovascular que hab�an sido editadas en ingl�s por distintos organismos para el uso de m�dicos de Atenci�n Primaria y cardi�logos. Los documentos, ideados para calcular las posibilidades que tiene un adulto aparentemente sano de desarrollar un problema de coraz�n, incluyen recomendaciones sobre c�mo realizar los ex�menes de evaluaci�n y qu� variables hay que tener en cuenta antes de iniciar un tratamiento.
Despu�s de comparar los documentos y analizar su rigor a trav�s de un instrumento denominado AGREE -dise�ado hace a�os para la evaluaci�n de la calidad de las gu�as de pr�ctica cl�nica-, los investigadores identificaron numerosos puntos que llamaron su atenci�n.
En primer lugar, comprobaron que 10 de las gu�as no hab�an sido realizadas con un rigor considerado como aceptable. Adem�s, el 40% de ellas no se�alaba sus potenciales conflictos de inter�s de forma transparente. «La revelaci�n de esta informaci�n permite evaluar correctamente la influencia de la industria en el desarrollo de la gu�a y la integridad de los profesionales que han participado en ella», comentan los investigadores, quienes hacen especial hincapi� en la importancia de esta informaci�n para que el m�dico pueda tomar las decisiones adecuadas.
PRUEBAS
Por otro lado, los autores de esta revisi�n tambi�n encontraron problemas de consenso entre las gu�as. As�, pese a que exist�a bastante unanimidad sobre qu� pruebas realizar de forma primordial y c�mo llevarlas a cabo, exist�an grandes diferencias a la hora de establecer a qu� edad deb�an iniciarse los ex�menes y revisiones -las recomendaciones variaban entre la juventud y la mediana edad-. Adem�s, las gu�as tampoco coincid�an en las pruebas adicionales para afinar a�n m�s el diagn�stico o en qu� momento iniciar algunos tratamientos espec�ficos.
En su an�lisis, los investigadores se�alan la calidad de algunas gu�as, como la de la Asociaci�n Americana del Coraz�n, y solicitan a los profesionales m�dicos que «para tomar una decisi�n informada, es necesario usar s�lo las recomendaciones de las gu�as desarrolladas con rigor».
Para Jos� Mar�a Maroto, cardi�logo del Hospital Ram�n y Cajal de Madrid y miembro de la Sociedad Espa�ola de Cardiolog�a, los resultados del trabajo deben tomarse con cautela antes de sacar conclusiones definitivas. «Si revisas todas las gu�as que existen, puedes encontrar muchas que no son rigurosas. Pero esas nunca ser�n las que editan organismos serios como la Asociaci�n Americana del Coraz�n o la Sociedad Europea de Cardiolog�a, cuyas conclusiones s� son de fiar y, adem�s, son las que siguen la mayor�a de los especialistas», subraya.
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